Todo afrodescendiente tiene por obligacion que detenerce y recordar su origen. La importancia de la insurrección en 1791, de los hombres y mujeres sometidos a la esclavitud en Saint-Domingue, la parte occidental de la isla de La Española que, al proclamar su independencia, recuperó su nombre amerindio original: Haití. Esta revuelta comporta una reivindicación universal de libertad, que va más allá de cualquier límite de tiempo y espacio. Apela a toda la humanidad, sin distinción de origen ni de religión, y sigue resonando hoy con la misma fuerza.
La ignorancia es nuestro gran enemigo: sirve de coartada a los indiferentes que afirman que “no podemos cambiar nada” y respalda las mentiras de quienes aseguran que “no lo sabían”. Todos debemos conocer la magnitud del crimen de la trata de esclavos, los millones de vidas destrozadas y sus consecuencias para el destino de los continentes hasta nuestros días. Todos debemos estar plenamente informados acerca de la lucha que condujo a su abolición, para que juntos podamos construir sociedades más justas y, por tanto, más libres.
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